48 horas en Londres

Del South Bank a Islington pasando por Bloomsbury, Brick Lane y Hyde Park: el perfecto fin de semana al estilo ‘british’.
Londres de proximidad.
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48 horas en Londres: ¿son suficientes? Claro que no, son infinitas las posibilidades de ocio y cultura en la ciudad, pero con el tiempo bien organizado sí es posible visitar, al menos, los must de la capital británica.

Tanto si es tu primera vez como si la visitas a menudo, esa mezcla suya de tradición y modernidad, unida a su inmensa oferta de ocio y su escena gastronómica hacen de Londres una ciudad donde recuperar la fe en el turismo.

Tate Modern.

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VIERNES

Si llegamos con tiempo para un paseo y para cenar, nada como lanzarse a recorrer el South Bank, especialmente si es un viernes por la noche. Además de poder disfrutar de monumentos tan reconocibles como la Torre de Londres, la catedral de Saint Paul, el teatro Shakespeare Globe o el Big Ben (dependiendo de la dirección del paseo), hay que empaparse del ambiente, que es embriagador. Los trabajadores vestidos aún con el clásico uniforme de oficina disfrutando de pintas y conversaciones ligeras en los pubs, músicos y artistas callejeros y la promesa del fin de semana que cubre el Támesis de un halo de optimismo… Quizás alguna obra de teatro o evento literario en el Southbank Centre, una vuelta en el London Eye, o una visita a la Tate Modern (algunos viernes abre hasta tarde, los Tate Lates, merece la pena comprobarlo por si hay suerte).

Para cenar, la zona de Borough tiene opciones para todos los gustos, desde un festín mexicano en El Pastor o en Santo Remedio, hasta especialidades vietnamitas en el celebrado Bao, pasta en Padella (la cola será inevitable), menú exclusivamente vegetariano en Mallow o cocina británica moderna en Elliot’s acompañada de vinos naturales, ninguno de ellos defrauda. El Shard, uno de los rascacielos más jóvenes y también más icónicos, alberga el bar de cócteles Gong en la planta 52, las espectaculares vistas justifican los precios.

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SÁBADO

Por la mañana podemos canalizar toda esa energía que da estar en un lugar nuevo para zambullirnos en la escena cultural londinense. Aunque las exposiciones temporales de los grandes museos tienen precios que rozan lo prohibitivo, sus colecciones permanentes se pueden visitar gratuitamente.

Podemos empezar el día en Bloomsbury, haciendo la más que probable cola para conseguir una de los preciadas delicias que hornean en la panadería Fortitude Bakehouse. Los beignets son la estrella indiscutible, tanto es así que se agotan rápidamente. Los sacan a las 11 de la mañana y la cola aumenta considerablemente hacia esa hora… Se trata de una masa dulce frita –similar a los clásicos de Nueva Orleans, pero con forma redonda en lugar de cuadrada– rellena de crema y los sabores varían a diario.

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Aunque esta panadería solo tiene opción take-away, su mostrador está lleno de dulces vistosísimos y riquísimos. Desde los danish con ruibarbo hasta la bakewell tart, pasando por los scones, los bollitos de chocolate y pistacho o los panes suizos, hay mucho donde elegir (si se va temprano). Eso sí, la única opción disponible en su diminuto espacio es coger los dulces –también hay bebidas– para llevar.

Si conseguimos el preciado botín, una buena opción es ir a tomarlo tranquilamente a Russell Square. De allí podemos ir a gastarnos las libras a Lamb’s Conduit, una de las calles con más encanto de la ciudad, llena de boutiques independientes donde comprar desde un buen queso británico hasta unos pantalones made in Britain.

Cúpula de Norman Foster en el Museo Británico.

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Alternativamente, podemos disfrutar del inabarcable British Museum, o si queremos un museo menos conocido y más pequeño podemos visitar el John Soane museum, la casa del que es uno de los arquitectos ingleses más celebrados de todos los tiempos. Sir Soane vivió en esa mansión plagada de antigüedades, esculturas y pinturas hace dos siglos y se ha conservado igual que estaba cuando él falleció en 1837.

Antes de ir a comer podemos hacer una pequeña parada en la librería London Review Bookshop. La tienda, que comparte nombre y credenciales con la afamada revista literaria, es un balcón abierto a algunas de las novedades más interesantes del panorama editorial anglosajón. Además, también organizan eventos con regularidad, por lo que merece la pena echar un vistazo a su calendario.

Trafalgar Square, Londres.Getty Images

Para comer, nada como aprovechar la merecida fama cosmopolita que tiene Londres para probar cocinas infrarrepresentadas en la restauración actual. Y cualquier día es un buen día para descubrir la cocina de la chef nigeriana Joké Bakare en Fitzrovia. Tras tres años amasando éxitos y reconocimientos en distintos pop-ups, en septiembre del año pasado abrió su primer restaurante permanente, Chishuru, con el que ya ha conseguido una estrella Michelin gracias a su interpretación de la cocina de África occidental.

Los londinenses disfrutan de la naturaleza y el aire libre en cualquier época del año. Por eso, podemos hacer como ellos y elegir alguno de los muchos parques que hay diseminados por la capital para ese merecido paseo post-lunch. Los más cercanos, Hyde Park y Regent’s Park, son también dos de los más conocidos. En Hyde Park, que abrió sus puertas al público en 1637, además de respirar aire un poquito más limpio bajo los árboles centenarios, también podemos alquilar una barca (60 minutos cuesta 12 libras) para disfrutar de The Serpentine, ese lago artificial que ideó la reina Carolina y que se inauguró en 1730.

Hyde Park, Londres.

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Al sur del parque se encuentran dos de los museos más famosos de Londres, el Victoria & Albert y el Museo de Historia Natural, así como el Royal Albert Hall. En nuestras manos está decidir si queremos seguir la senda de la cultura, o si preferimos optar por un afternoon tea. No hace falta irse al Ritz o a Claridge’s para disfrutar de una buena merienda (aunque si se puede es un gustazo), pues otros establecimientos como The Wolseley ofrecen un servicio exquisito a un precio más comedido.

Para cenar podemos lanzarnos a descubrir ese sur cada día más arrinconado por la gentrificación que es Brixton, y disfrutar de un jerk chicken en Fish, Wings and Tings. El Hootananny, uno de los mejores locales de música en directo, es el lugar perfecto para acabar la noche en Brixton.

Y si hay ganas de más, en Farringdon, al norte, está uno de los clubs más venerados del mundo: fabric, que este año cumple 25 años y que tiene un programa de actuaciones más nutrido que nunca. Otra opción es el nuevo Drumsheds, con un aforo diez veces superior a fabric (¡15.000 personas!) y albergado en un antiguo Ikea en Tottenham, más al norte aún. Por último, otro clásico de la escena clubbing de Londres es Egg, situado en King’s Cross Saint Pancras y con licencia para abrir las 24 horas del día, allí la fiesta nunca termina.

Servicio de 'afternoon tea' de The Wolseley, con copas de champán, tazas blancas y teteras plateadas y una bandeja de varios pisos con sándwiches y pastas.

The Wolseley

DOMINGO

Los domingos por la mañana hay que tomárselos con calma, especialmente si la noche fue corta. Nada como zamparse un full English breakfast para empezar el día con energía, o para recuperar fuerzas. E. Pellicci, una cafetería centenaria que honra la tradición de los caffs británicos, es el lugar ideal para disfrutarlo. Situada en el este de Londres, tiene un menú muy completo a precios muy razonables. El Classic Set incluye tostada, bacon, huevos, salchichas, tomates, champiñones y alubias por menos de once libras.

Tras esto podemos explorar tesoros de segunda mano, desde ropa a discos de vinilo, en Brick Lane Vintage Market (abre a diario). Si nos sabe a poco –será difícil, pues es el mercadillo vintage más grande del país– podemos adentrarnos en el cercano Spitalfields Market, donde además de puestos de diseñadores independientes también hay boutiques interesantes. En Brick Lane está establecida desde hace décadas una comunidad bangladesí con mucha presencia, por eso dejarse caer por una de las curry houses de sus calles es obligación. Si no hay demasiada hambre, un bagel de salt beef en Beigel Bake puede solucionarnos el almuerzo.

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Por otro lado, si la visita coincide con el domingo, sería pecado perderse el exquisito Sunday roast. En Islington, al norte de la ciudad, están dos de los mejores lugares donde probarlo, el pub The Old Queen’s Head, o el restaurante Quality Chop House, que tiene un menú degustación de fin de semana espectacular.

Una despedida de película sería un paseo por el Regent’s Canal, pues una parte de sus 13 kilómetros transcurre por Islington. Este canal se inauguró hace más de dos siglos y se extiende desde Little Venice en el oeste hasta los Docklands en el este y es el lugar ideal para ver pasar esa vida londinense y sus extravagancias.

Skyline de Londres.Getty Images

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