Picnic deluxe: ¿tendencia o locura?

Los manteles de cuadros dejan paso a estampas dignas de un editorial en el que hay más macarons que hormigas. ¿Por qué hemos dejado atrás la magia de lo casual para abrazar el postureo sobre el césped?
Picnic deluxe ¿tendencia o locura
Vinha Boutique Hotel

El buen tiempo se acerca y con él, los planes outdoors. Sí: hemos comenzado soltando outdoors sin ningún pudor, porque el tema que hoy nos ocupa se caracteriza precisamente por tener ciertas pinceladas esnobs, por lo que no hemos querido que el léxico empleado no se ajuste a la temática. Bienvenidos al universo del picnic deluxe.

Es bastante probable que al pensar en un picnic, la imagen que te venga a la cabeza sea la de un mantel a cuadros, un cesto de mimbre y unos sándwiches cero pretenciosos. Lo de que la bebida sea un zumito o una botella de cava ya depende del tipo de encuentro del que se trate, pero sin duda, la estampa no deja de ser bucólica y ciertamente ligada a la que el cine se ha encargado de crear. Sin embargo, lo tradicional comienza a quedar atrás para ceder el lugar a una nueva tendencia que cambia los emparedados (siempre he querido escribir esta palabra. ¡Sueño cumplido!) por macarons y los manteles vichy por lujosas alfombras con cojines satinados.

Incluso ya existen lugares que ofrecen tiendas de campaña de silueta burbuja con calefacción (se llaman bubble picnics, y ya sabes que en inglés todo suena mejor) para poner así en marcha picnics invernales y otros que en verano cuentan con sombrillas con flecos para comer bajo el sol.

Por supuesto fue la pandemia la responsable de poner de moda los picnics, que se convirtieron en los nuevos restaurantes y en la manera de socializar en un nuevo entorno en el que había tanto miedo como hambre –social y literal–. A raíz de este boom, muchas empresas decidieron elevar la fórmula y apostar por picnics a los que podríamos llamar picn-it, porque se preocupan más por el glamour que por haber fundido bien el queso del croissant de turno.

¿Cuándo dejamos de lado las mantas de cuadros?Pexels

“Un picnic simple consiste sencillamente en una manta y comida. Con un picnic de lujo hacemos una preciosa ambientación con mesas bajas, muchos almohadones confortables, bonitos complementos y deliciosa comida y bebidas frías. No tienes que hacer nada: solo llegar y disfrutar”, explica a Traveler el equipo de Straws ‘n Berries, que organiza picnics para ocasiones especiales y que ha notado un especial interés por organizar picnics con experiencias de cine outdoors (organizan esta opción en Sitges por 450 euros), esas que tanto hemos visto en las redes sociales.

Por supuesto, entre sus propuestas cuentan con un paquete de picnic de petición de mano en un parque junto a la playa con vistas al mar (aunque quien tenga una preferencia de ubicación específica en mente, puede comunicárselo). El precio es de 275 euros.

Si algo queda claro es que la magia del picnic no radica únicamente en el picnic, sino en ser visto haciendo un picnic. Por eso, quienes los organizan apuestan por asegurarse de cada detalle es absolutamente instagrameable (cada vez que alguien escribe esta palabra, por cierto, muerte un gatito).

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Las búsquedas de ideas para organizar picnics han aumentado un 385 % en Pinterest, y basta con echar un vistazo a las estampas que vemos en las redes sociales para darnos cuenta de que el picnic repleto de migas ha dejado ahora paso a una sucesión de tablas de fiambre perfectamente bodegonizadas con uvas, frutos secos y vino orgánico. Por supuesto, nada de vasos de plástico (minipunto para el medioambiente): ahora los encuentros cuentan con platos y vasos de cristal de colores que aunque hacen que llevar la cesta a cualquier lugar sea una actividad digna de CrossFit, asegura que las fotografías parezcan salidas de un editorial de estilo de vida.

Aunque los precios de los picnics de lujo que organizan las empresas especializadas son elevados, en realidad muchas de sus propuestas son más asequibles que las del universo gastro, cuyos precios no paran de aumentar haciendo de las comidas y cenas en restaurantes actividades aptas para unos pocos. Pero, ¿se nos ha ido de las manos el picnic deluxe o sencillamente, se nos ha ido de las manos el postureo?

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Mucho me temo que es lo segundo, porque si para comer en un parque entre amigos o con una cita (no voy a entrar a valorar qué tipo de parejas organizan citas en el césped) tenemos que organizar una estampa digna de una revista de diseño, igual hemos olvidado que la magia del picnic es que es algo casual, al aire libre y sin pretensiones, como el que organizan las protagonistas de Valeria, en el que hay cervezas y patatas de bolsa, no ensaladas de kale y quinoa. Pero que conste en acta que esto lo dice alguien que preferiría comer en un 100 Montaditos a estar rodeada de insectos y que cree que los estampados de cuadros son perfectos para un vestido, pero no para comer sobre el print.

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