¿Pasa algo si los niños faltan al colegio por irse de vacaciones? Los expertos opinan

Como ocurre con la mayoría de asuntos relacionados con la paternidad, la respuesta no es tan sencilla.
Padre e hija sentados junto a un lago entre vegetación frondosa
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A la hora de organizar unas vacaciones con niños, ¿merece la pena pedir permiso para faltar al colegio por un viaje? El dilema al que se enfrentan muchos padres cuando intentan planificar un viaje interesante y enriquecedor para los más pequeños no tiene una respuesta sencilla. Por un lado, no es ningún secreto que viajar en temporada baja puede dar lugar a viajes mucho más tranquilos y menos estresantes que ofrecen más posibilidades de pasar tiempo en familia, conectar y aprender. Y no solo eso, los precios más bajos y las temperaturas más moderadas abren posibilidades de explorar lugares que serían inaccesibles en otras circunstancias.

Por otro lado, la temporada baja coincide necesariamente con días lectivos, ya que las vacaciones de Navidad, de Semana Santa y de verano, que son los únicos momentos en los que los niños tienen suficientes días libres seguidos, son los periodos en los que se concentran mayores multitudes y en los que suben los precios. Saltarse clase no siempre es una opción: ¿estarán perdiéndose algún contenido esencial? ¿Les costará reincorporarse a la vuelta? Frente a esta realidad, los padres son los que tienen que evaluar si es sensato permitir a los niños faltar al colegio por un viaje.

Como con tantas otras decisiones, no hay respuesta fácil. “Hay factores como la edad de los niños, el momento del curso en el que se encuentren, sus necesidades de aprendizaje, sus capacidades sociales y su salud a tener en cuenta”, explica a Condé Nast Traveler la neuropsicóloga Laura Phillips, directora de aprendizaje y desarrollo del Child Mind Institute.

Aunque hay padres que opinan que faltar a clase no va a afectar demasiado a sus hijos, sobre todo a los muy pequeños, a esas edades tempranas es cuando aprenden habilidades esenciales para su posterior desarrollo. Dependiendo de la edad, pueden estarse trabajando capacidades comunicativas básicas, incluidas la lectura y la escritura. “Una oportunidad perdida de aprendizaje o de repaso de habilidades aprendidas anteriormente puede retrasar su desarrollo en comparación con sus compañeros y con respecto a las expectativas del curso escolar”, explica Phillips. “Esto es más importante aún teniendo en cuenta que estas habilidades son acumulativas y progresivas”.

Entonces, ¿cuándo es sensato pedir permiso para faltar al colegio por un viaje? ¿Cómo explicamos estas ausencias a sus profesores? Y, lo más importante de todo, ¿cómo nos aseguramos de que los niños no se queden atrás con respecto a sus compañeros? Con tantas incógnitas, lo mejor es consultar a expertos en la materia: profesionales de la educación, del viaje y del cuidado infantil nos dan las claves para decidir con criterio si es buena idea llevarse a los niños de viaje durante días lectivos.

Viajar en familia permite a padres e hijos disfrutar de experiencias memorables juntos en cualquier momento del año.

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¿POR QUÉ VIAJAR EN DÍAS LECTIVOS?

La mayoría de expertos coincide en una cosa: viajar en familia es importante en cualquier momento del año. “El tiempo juntos y las experiencias compartidas que proporcionan unas vacaciones en familia son esenciales para fortalecer las relaciones entre sus miembros y la sensación de seguridad”, explica Phillips.

Las familias que deciden hacer una pausa en su ajetreada rutina diaria muchas veces descubren que esto abre oportunidades para vivir experiencias profundas y significativas que no ocurrirían de ninguna otra manera. “Eliminar las tareas domésticas, las obligaciones del día a día y demás ocupaciones nos permite disfrutar de conversaciones y experiencias para las que en casa, por lo general, no nos tomamos el tiempo necesario”, afirma Tonya Denmark, que lleva el blog de viajes en familia Detailed Oriented Traveler. “A medida que los niños crecen, van teniendo cada vez más cosas que hacer fuera de casa: clases extraescolares, amistades, deberes y preparación para la universidad, trabajo… Cuanto más tiempo pasa, menos ratos libres tendrán para estar con su familia. Viajar juntos elimina todas estas obligaciones".

Viajar en temporada baja, con la reducción de precios que conlleva, permite organizar sus vacaciones soñadas a familias que normalmente no se lo podrían permitir. Además, en épocas en las que se concentran menos multitudes es más fácil que nunca disfrutar del viaje en sí. “Cuando te llevas a los niños de viaje en días lectivos, ya sea una semana cualquiera durante el curso, al principio o al final de unas vacaciones escolares, lo más probable es que haya menos personas viajando a la vez que tú ” afirma Eric Stoen, del blog Travel Babbo. “Si vas, por ejemplo, a Egipto, podrás ver los lugares más emblemáticos compartiendo espacio con menos gente, además de que te costará menos encontrar guía y podrás sumergirte en la historia muchísimo mejor".

Viajar ofrece innumerables experiencias enriquecedoras para los más pequeños.

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Viajar, según nos cuenta Phillips, tiene otros muchos beneficios para los niños. Les ayuda a aprender valiosas lecciones sobre la vida, les enseña a adaptarse a situaciones inesperadas, a resolver problemas, a planificar, a organizarse y a ser más independientes. Algunos padres, sobre todo los que son ávidos viajeros, procuran aprovechar las vacaciones familiares para sacar el máximo partido a estas oportunidades de aprendizaje. Colleen Lanin, fundadora de Travel Mamas, se encarga de dar a sus hijos distintas responsabilidades cuando están de viaje. “Los niños pueden aprender geografía mientras te ayudan a planificar y seguir rutas durante vuestro viaje en coche”, cuenta. “Calcular cuánto tiempo va a durar un itinerario o cuánto va a costar una comida o una actividad les ayuda con las matemáticas, por poner un ejemplo”.

Otras familias afirman que viajar en familia ha ayudado a sus hijos a desarrollar capacidades artísticas, intereses y aficiones. “Algunas de las cosas que saben hacer nuestros hijos les vienen de viajar", cuenta Stoen. “Les hemos llevado a clases de cocina y talleres de música y arte por todo el mundo, y ahora a todos ellos se les dan genial las tres cosas. No sé si mi hijo sería el artista increíble que es si nuestro guía en Londres hace diez años no le hubiese inspirado".

No conviene olvidar que saltarse clase implica recuperar el tiempo perdido más adelante.

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¿QUÉ DESVENTAJAS PUEDE TENER?

Saltarse clases para irse de vacaciones puede tener ciertas consecuencias no deseadas, según señala Phillips. Es un mensaje complicado que dar a los niños sobre la importancia de la asistencia a clase, ya que un viaje durante el curso escolar puede darles la impresión de que hay otros muchos compromisos más prioritarios que el colegio. “A los padres también les interesará no sentar precedentes al hacer que parezca que ir a clase es opcional o negociable, algo que podría dar problemas de cara al futuro, sobre todo en lo relacionado con la constancia y con la responsabilidad. Tampoco conviene hacer creer a los niños que tienen una vía de escape cada vez que algo les aburra o les incomode”.

También vale la pena tener en cuenta lo que podría ocurrir si los alumnos empezaran a acumular trabajo pendiente. “Sabemos de muchos niños que empezaron a tener dificultades de aprendizaje durante la pandemia por las clases en remoto” cuenta David Albert, director de comunicaciones y marketing de la New York School State Boards Association. “Si tu hijo no está cumpliendo con las exigencias de su curso, yo me lo pensaría muy bien antes de dejar que se salte clases".

Los momentos en familia son más íntimos y significativos mientras se viaja.

Víctor Bensusi

Compensar por los días de clase perdidos a la vez que empiezan con el material nuevo puede no resultar fácil a muchos niños. “Cuando falta un niño, no hay que tener en cuenta solo el tiempo de aprendizaje perdido, también suele dar mucho trabajo a sus profesores", comenta Albert. “Además, cuando empiezan el instituto, resulta cada vez más difícil compensar las horas de clase, y el ritmo al que se aprende es mucho más rápido”. Esto puede conllevar niveles de estrés posvacacional muy altos para los niños, especialmente en el entorno académico de hoy, en el que, según nos cuenta Phillips, “los alumnos están experimentando unos niveles sin precedentes de ansiedad relacionados con sacar buenas notas en clase”.

Viajar es una forma de crear recuerdos en familia para toda la vida.

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CÓMO ENCONTRAR EL EQUILIBRIO PERFECTO PARA CADA FAMILIA

Todo lo anterior no quiere decir que no haya precauciones que los padres puedan tomar para minimizar las consecuencias negativas y sacar el máximo partido a los beneficios de unas vacaciones en temporada baja. Una de las primeras medidas que deberían tomar los padres es sentarse a hablar de forma directa y sincera con los profesores de sus hijos antes de planificar un viaje que podría alterar su progreso en el colegio. “Si los padres toman la iniciativa y preguntan a los profesores si va a haber tareas, suele ser posible pedir el trabajo por adelantado para poder hacerlo incluso viajando”, sugiere Albert.

Stoen firma que su familia siempre ha tenido suerte con este sistema. “Cuando me llevé a mi hijo de viaje a Panamá, a la isla de Pascua y a conocer las cataratas del Iguazú, estaba en preescolar, y su profesora le dio un cuadernillo de matemáticas sobre el canal de Panamá y la isla de Pascua para que hiciera en el avión”, cuenta. “Y cuando me llevé a mi hija a la Antártida, escribió informes para mandar a su clase de primaria. A los profesores también les encanta viajar y entienden estas cosas perfectamente”.

Ver fotos: regalos para niños y adolescentes viajeros

Lo más importante es, por supuesto, saber adaptarse a las circunstancias. La edad y el curso de un niño serán los que determinen si es realista pensar que puede saltarse clases sin quedarse atrás. “Los nuestros faltaban al colegio para viajar sobre todo cuando eran más pequeños”, recuerda Stoen. “Cuando llegaron a secundaria, ya no querían saltarse clases. Esa es la parte mala: cuando crecen, sienten que viajar les dificulta el trabajo en clase y la vida social. Así que siempre les escuchamos y respetamos sus deseos. Los seguimos llevando de viaje, pero solo días sueltos, para poder hacer algo juntos antes del final del curso".

No cabe duda de que hablar con los niños y fiarse del instinto propio es buena forma de tomar decisiones a la hora de hacer planes. “Los padres conocen a sus hijos”, afirma Albert. “Si saben que tienen hijos muy motivados a los que no les va a costar nada estudiar aunque estén de viaje, o si sospechan lo contrario, es un punto muy a tener en cuenta”. Y al final, para muchas familias, todos estos inconvenientes siguen sin superar los beneficios de viajar en temporada baja. “Me he llevado a mis hijos de viaje en días lectivos muchas veces, y a muchos lugares", cuenta Lanin. “Estoy convencida de que recordarán con mucho cariño nuestro viaje a París y las obras de arte del Louvre, el senderismo y las rutas en kayak con los navajos en Arizona y los paseos en camello por el Sáhara. Viajar no solo es divertido, también es enriquecedor, y esto es todo lo que buscamos en la vida".