Road trip en familia: viaje a Francia sin cruzar los Pirineos

Desde León, dejando atrás el País Vasco, conducimos en paralelo al sistema montañoso pirenaico hasta alcanzar Toulouse, ciudad ideal para viajar con niños.
¿Un road trip en familia
Alamy

Un road trip en familia es una aventura, en todo su espectro: una de fantasía, al más puro estilo de Alicia en el país de las maravillas, pero también una Odisea, con mayúsculas, cual héroes que regresan a casa transformados después de haber superado infinidad de batallas.

Francia, nuestro territorio a conquistar en este caso, se presenta como el destino ideal para salir victoriosos de una escapada con niños: está lo bastante cerca para llegar conduciendo (incluso si solo hay un adulto que pueda tomar el volante) y se siente lo suficientemente lejano como para presumir de haber estado en el extranjero.

Ver fotos: Mapa rural para viajar con niños por España

Cargada de confianza –y tres maletas– salí de León, ciudad en la que vivo con mis dos hijos, de camino a Toulouse. Un trayecto de 750 kilómetros que nos llevó hasta la capital de Occitania en coche y nos regaló risas, aprendizaje y algún que otro sobresalto. ¿Cubre la responsabilidad civil de nuestro seguro del hogar el desperfecto en un Rothko? Esta es una pregunta (mental) que todo aquel que tenga hijos inquietos como los míos se ha hecho alguna vez en un museo.

Castillo de Olmillos de Sasamón.

Alamy

SOBRE CASTILLOS, BUITRES Y CASCADAS

En línea casi recta llegamos por la conocida como autovía del Camino de Santiago (carretera A-231) hasta nuestra primera parada de postas: la localidad burgalesa Olmillos de Sasamón y su famoso castillo, la excusa perfecta para hablar de la Reconquista, así como de la importancia defensiva de las fortalezas, por más que esta fuera concebida como un “Palacio airoso. Escándalo elegante de la piedra, que a los mordiscos flébiles del tiempo aún se resiste en torres y almenas”, tal y como dejó escrito el poeta y dramaturgo burgalés Bonifacio Zamora de Usábel.

En ruta hacia Bilbao, afrontamos la primera negociación: ¿Qué preferimos hacer antes de empezar la jornada cultural que nos espera en la capital de Vizcaya? (Algo de geografía nunca viene mal, así que repasamos las provincias y capitales del País Vasco). Decidimos ir a conocer el nacimiento del Nervión, la cascada más grande de la Península Ibérica con sus más de 270 metros de caída libre.

Mirador del Salto del Nervión.

Alamy

Tras superar una carretera típica de montaña, aparcamos el coche en el lugar indicado por los carteles (si sigues más allá, te podrías enfrentar a una multa elevada) y proseguimos a pie. Lo bueno de los niños inquietos es que son incansables.

Una hora de lo más entretenida tardamos en llegar al mirador del Salto del Nervión: debatimos sobre la moraleja de la Liebre y la Tortuga, vemos muchas aves rapaces –incluidos buitres leonados alimentándose de carroña– y prestamos atención a los letreros que advierten sobre cómo comportarse frente a los mastines que protegen a las ovejas. Es importante que los niños comprendan que lo más importante es mantener la calma: nunca han de cruzar un rebaño ni mucho menos correr o gritar.

SOBRE INVERTEBRADOS, ESPIRALES Y RELATIVIDAD

Dejamos atrás Álava y su belleza natural para embarcarnos en asuntos más contemporáneos: el Museo Guggenheim de Bilbao nos espera con su arte y su arquitectura de titanio. Tras la entrada triunfal bajo la escultura Mamá de Louise Bourgeois descubro que, en el colegio, mi hijo pequeño justo está estudiando las características de los invertebrados. Esta araña, por el contrario, está vertebrada por 22 toneladas de bronce, acero inoxidable y mármol.

La materia del tiempo, de Richard Serra.

Alamy

Ya en el interior, la obra de Richard Serra La materia del tiempo cumple su objetivo, el de mover al espectador a través de ella y del espacio que la rodea. Lo que seguramente no previó el artista con estas piezas de acero patinable es que los críos lo suelen hacer a la rapidez de los patinadores, por mucho que se encuentren en una galería de arte. En cuanto les pierdo de vista en la primera espiral, experimento esa progresión del tiempo de la que hablaba el californiano: deja de ser cronológico para convertirse en eterno.

Una vez visitada la exposición temporal Picasso escultor. Materia y cuerpo y encontradas las palabras exactas en los diodos luminosos de Jenny Holzer, nos acercamos a conocer otras obras indispensables del museo. Y cuando digo nos acercamos, me refiero a peligrosamente. Un microsegundo es lo que tarda mi hijo en echar a correr hacia un cuadro de Mark Rothko cuando le digo que su sudadera es del mismo color que la gigantesca composición.

El tiempo es relativo que decía Einstein: él solo desea acercar su brazo –a la velocidad de la luz– para corroborarlo, pero la vigilante de seguridad, desde su perspectiva, lo que observa es el final de su carrera. Con esta llamada de atención –y de pánico– damos por concluida la visita.

Cuadro de Mark Rothko.

Marta Sahelices

SOBRE LADRILLOS, ASTROLOGÍA Y ASTEORIDES

Cruzamos la frontera a la altura de Hendaya (sin necesidad de pasaporte porque estamos en la Unión Europea, les explico) y enfilamos la autopista francesa A64 que nos conduce en paralelo a los Pirineos hasta alcanzar Toulouse, una ciudad cargada de historia e ideal para visitar con niños.

Todo está cerca del Capitole, edificio neoclásico, sede del ayuntamiento, que también acoge la famosa ópera de la ciudad. Las pinturas y esculturas de la Sala de los Ilustres no les impresionan tanto como la placa conmemorativa del patio Enrique IV que recuerda el lugar donde se ejecutó al duque de Montmorency. Pasmados se quedan con el relato de la guillotina en la Revolución Francesa, por mucho que fuese siglos después.

En la place du Capitole, donde son visibles restos de la muralla romana, los pequeños se dejan llevar por la tradición local y piden un deseo sobre su signo del zodiaco: 12 detalles astrológicos que introdujo el artista Raymond Moretti cuando en los años 90 fue invitado a intervenir el pavimento de la plaza. El resultado fue un gran bajorrelieve formado por varias piezas de bronce que representa la Cruz de Toulouse, la cruz occitana compuesta por 12 brazos (también denominada cruz del Languedoc) descubierta en el siglo XIII.

Place du Capitole.

Alamy

Tras recorrer en el lado oeste la Galerue des Arcades, cuyos techos están ilustrados por Raymond Moretti con episodios de la historia de la ciudad, aprenden que la arquitectura de Toulouse está marcada por el ladrillo (por eso es conocida como la Ciudad Rosa), que hay seis puentes que cruzan el río Garona, que la planta Pastel tiñe de azul (y riquezas) la región en el siglo XVI, que Saint-Exupéry, aviador y autor de El principito, vivió gran parte de su vida en ella y que el rugby es el deporte local. También descubren que la relación de amor de la villa con la aviación y el espacio viene de largo.

Esto último lo comprueban de primera mano en La Cité de l'espace, el lugar más importante de Europa para la difusión de la cultura espacial y astronómica. Cuatro hectáreas en las que encontrar exposiciones temporales, así como objetos que han estado en el espacio, tanto fabricados por el ser humano (el cohete Ariane 5, el módulo lunar Apolo 11, etc.) como traídos por él hasta la Tierra, como una roca lunar entregada por la NASA.

En la recién estrenada experiencia LuneXplorer se divierten convirtiéndose en astronautas que van de misión a la luna y, en la sala Imax 3D, la película Cazadores de asteroides les muestra el trabajo que hacen los científicos para proteger nuestro planeta de un posible impacto.

La Cité de l'espace.

Alamy

SOBRE TRASTOS, ARAÑAS Y MINOTAUROS

Situado en el barrio de Montaudran, otro universo peculiar que explorar en Toulouse es La Halle de la Machine, uno de los dos talleres de la compañía de teatro fundada y dirigida por François Delaroziere (el otro está en Nantes).

El espacio, diseñado para que el público y las ‘máquinas vivientes’ interactúen, está concebido como un espectáculo permanente, una Gran Improvisación, perfectamente calculada, en la que los niños lo mismo lanzan pintura sobre la pared con una catapulta al ritmo de una máquina de efectos que comprueban cómo se puede hacer música con trastos encontrados en la basura.

Los dos grandes protagonistas del pabellón son la Gran Araña (pesa 38 toneladas) y Asterión el Minotauro, emblema de la ciudad. Un total de 17 maquinistas son necesarios para que esta gran máquina fabricada en madera y acero –mitad hombre, mitad toro– de 47 toneladas de peso y 13 metros de altura cobre vida: respira, camina, galopa y se enfada. Además, existe la posibilidad de subirse a su espalda para recorrer, a la altura de su cabeza, la antigua pista histórica d'Air France, ya que La Halle de la Machine forma parte, junto a L'Envol des Pionniers y Les Jardins de la Ligne, del sitio cultural bautizado como Pista de Gigantes.

La Halle de la Machine.

Alamy

SOBRE BOTÁNICA, SEX APPEAL Y HUÍDAS

Nuestra última visita cultural en la ciudad nos lleva hasta el Museo de Toulouse, el segundo museo de Historia Natural más importante de Francia debido a la riqueza de sus colecciones iniciadas hace más de 150 años (conserva dos millones y medio de especímenes y objetos). De forma interactiva los niños exploran piezas singulares como esqueletos de dinosaurios y homínidos y se maravillan con el tamaño, tanto gigantesco como diminuto, de las diferentes especies de animales.

La poética exposición Sex appeal, la vida escandalosa de la naturaleza (hasta el 7 de julio de 2024) muestra la vida íntima de plantas y animales expuesta con fantasía, ingenio y sin tabúes. Cortejo, homosexualidad, hermafroditismo y sensualidad son algunos de los temas a tratar de forma didáctica e inmersiva.

En el Jardin des Plantes (recordemos que la moderna ampliación está unida al antiguo convento de las Carmelitas Descalzas), compuesto por un jardín inglés y otro francés que alberga las colecciones científicas, paseamos tranquilos entre especies vegetales de lo más dispares hasta que la aparición de una juguetona ardilla que no para de correr y esconderse entre los árboles nos sobresalta.

Museo de Toulouse.

Alamy

En los invernaderos del Jardín Botánico Henri Gaussen, fruto de la colaboración con la Universidad de Toulouse, llaman nuestra atención las plantas medicinales, las suculentas y las carnívoras. “Toma, mamá, esta flor es para ti”, es lo último que escucho antes de percatarme de que se trata de un espécimen tropical. Efectivamente, los niños inquietos son activos e incansables, pero también imprevisibles. Así que, una vez más, nos toca salir pitando. Esta vez del país, cual héroes (o villanos) de una odisea difícil de olvidar.

CUADERNO DE VIAJE

Dónde dormir: Las habitaciones del hotel St Sernin ofrecen magníficas vistas de la basílica de Saint-Sernin, ejemplo del Románico en Francia que destaca por su campanario octogonal, característico de la arquitectura tolosana. Los niños agradecen su copioso desayuno gourmet; yo, que esté junto a un hito que recordar (y al que saber regresar) en caso de que se pierdan o despisten, pues la torre es visible desde cualquier punto del centro de la ciudad.

Campanario de la basílica de Saint-Sernin.

Alamy

Dónde comer: El tema de las comidas es complicado a veces cuando viajamos con niños, no obstante la gastronomía francesa, además de variada, es siempre apetecible.

  • La Gourmandine: Restaurante en el que compartir de primero una crema de camembert tibia, con manzanas, avellanas e higos secos y, de segundo, un solomillo Aubrac a la altura de la plaza Victor Hugo en la que se ubica.
  • LE J’GO: Bistró conocido por su pierna de cordero, su Pastifret (paté casero típico gascón) y sus patatas fritas caseras fritas en grasa de pato.
  • Monsieur Georges: Céntrico, moderno y atrevido, este restaurante presume de decoración y tapas, pero también de platos contundentes como el risotto de paté y trufa o Le Célèbre Big Georges Burguer.

Ver más artículos