Tenerife con niños

Clima a favor y muchos planes al aire libre, ¿qué puede fallar?
Niña piscina Tenerife
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Viajar con niños puede ser una gran aventura, pero también puede ser un gran desastre. No importa cuánto esfuerzo se ponga en planearlo todo al milímetro, la cantidad de contratiempos que pueden surgir roza la ficción. En Tenerife, donde el clima siempre está de nuestra parte, al menos una de esas incertidumbres que pueden arruinar un viaje –el tiempo– está cubierta. Además, precisamente gracias a eso, los planes al aire libre, sin plan b, mandan.

TENERIFE CON NIÑOS: EXCURSIONES EN LA NATURALEZA

El Teide, ese gigante volcánico que se alza imponente desde el corazón de la isla, es visita obligada en Tenerife. Los niños disfrutarán sin duda de la experiencia de ascender en teleférico, viendo la tierra alejarse y la imponente presencia del volcán acercarse. En días despejados las vistas son impresionantes, y hay que recordar que estaremos a 3.555 metros de altitud cuando nos bajemos del teleférico, por lo que llevar ropa de abrigo, incluso en verano, es recomendable. Además, el Parque Nacional contiene decenas de senderos de distintos niveles de dificultad por lo que lo ideal es ir a pasar el día. El centro de visitantes ofrece muchas ideas para explorar el parque.

Teleférico del Teide, perfecto para disfrutar Tenerife con niños.

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El macizo de Anaga es un bosque para soñar. Situado en el norte de Tenerife, sus helechos prehistóricos, su laurisilva y el resto de su flora del periodo terciario permitirá a los más pequeños fantasear, con dinosaurios quizás, y os transportará a otro tiempo, ¡concretamente a hace veinte millones de años! El sendero interpretativo Bosque de los Enigmas es ideal para hacer en familia. Se trata de una ruta circular de apenas cinco kilómetros con poco desnivel. El mejor punto para iniciar el recorrido es la Cruz del Carmen, un enclave considerado uno de los espacios con mayor biodiversidad de Europa y donde hay un centro de visitantes.

La Rambla de Castro es un paseo sencillo que permite disfrutar de la belleza costera de la isla y descubrir a la vez un poco más de la historia tinerfeña. Enclavada en un paisaje natural protegido, está ruta de 4,5 kilómetros sin apenas desnivel permite disfrutar de uno de los palmerales naturales más hermosos de la isla, además de otras especies endémicas, como varios ejemplares de dragos, así como las alegres tabaibas y cardones. Asimismo, los niños disfrutarán con algunas de las construcciones que se encuentran por el camino.

Desde la Casona de los Castro, un precioso palacio canario del siglo XVII, hasta el Fortín de San Fernando, una fortaleza construida en el siglo XVIII para vigilar y defender la costa norte de los tan temidos ataques piratas, o las ruinas del antiguo elevador de aguas de Gordejuela, que fue un hito técnico en su época y que contribuyó a la prosperidad de los cultivos aledaños. El acceso desde la autopista está señalizado pero hay que estar atento, el desvío está pasando el punto kilométrico 41, en la autovía TF-5, a la altura del Mirador de San Pedro, en Los Realejos. Allí hay un pequeño aparcamiento.

La rambla de Castro deja increíbles vistas de la costa norte de Tenerife.

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Por último, Forestal Park, un parque de aventura situado en el monte de La Esperanza, en el norte de la isla, es el lugar ideal para dejar volar la adrenalina. Solo apto para niños a partir de 5 años y 110 cm de altura, esta propuesta permite disfrutar de la naturaleza desde las alturas. Las tirolinas, la principal atracción de este parque, están instaladas entre pinos canarios centenarios. Pero además de tirolinas también hay puentes colgantes, redes, lianas y circuitos con distintos niveles de dificultad…

En total, más de noventa atracciones suspendidas entre las copas de los pinos. Los arneses de seguridad que son obligatorios durante la visita permiten jugar sin riesgos. Este entorno, además de un precioso marco de juegos, también provee un delicioso perfume para nuestro recuerdos. Es necesario reservar con antelación y los precios para pases de tres horas oscilan entre 21€ para niños (5 a 12 años), y 26€ para mayores de 13 años.

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ESPACIOS CON ANIMALES

El Loro Parque, que se autodefine como un zoo moderno y santuario animal, lleva más de cincuenta años haciendo felices a los más pequeños. Además de loros, en sus instalaciones viven más de cuatrocientas especies: orcas, pandas rojos, pingüinos, delfines, leones, nutrias marinas, lémures, flamencos, hipopótamos, tigres…

Por si esto fuera poco, el parque tiene una zona de juegos infantiles llamada Kinderlandia donde los pequeños pueden explorar puentes colgantes, toboganes con forma de serpientes y un tren orca. Situado en el norte de la isla, en el Puerto de la Cruz, se puede acceder en el tren exprés gratuito desde el centro de la ciudad. Abre a diario, el horario es de 9.30 a 17.30 y las entradas cuestan 42€ para adultos y 30€ para niños (6 a 11 años) y los niños menores de 6 años entran gratis.

Otra opción para una jornada repleta de emociones intensas descubriendo la flora y la fauna es el Jungle Park. Situado en el sur de la isla, en Arona, son 75.000 metros cuadrados de parque botánico y zoológico en el que la densa vegetación nos transporta a una jungla tropical. Además de poder explorarlo por nuestra cuenta y disfrutar de las espectaculares cascadas, cuevas y túneles, hay dos shows protagonizados por animales, uno de aves rapaces y otro de leones marinos.

Dos caimanes en Loro Parque.

Loro Parque

Asimismo, hay atracciones, como el tobogán BOB, 800 metros de espectacular descenso vislumbrando distintos animales, que no están incluidas en el precio. Pero otras sí, como la Jungle Raid, un circuito de pasadizos y cuerdas que te hace sentir un auténtico explorador. Abre a diario, de 10 a 17.30, y el precio de las entradas varía dependiendo de la edad. Entre 3 y 4 años, 13€, entre 5 y 10 años, 25€ y a partir de 11 años cuesta 30€.

Por último, si sois una familia que disfruta más de los animales en libertad, Tenerife es uno de los mejores destinos para el avistamiento de cetáceos. Normalmente las embarcaciones autorizadas para estas incursiones zarpan desde los puertos de Los Gigantes, Los Cristianos y Puerto Colón, todos en el sur de la isla. Hay que tener en cuenta el factor suerte, ya que puede ocurrir que nos lancemos a la aventura y no consigamos ver lo que íbamos buscando… y la posterior decepción y dependiendo de la edad del menor, posible rabieta… Pero merece la pena intentarlo porque los avistamientos suelen producirse casi siempre.

La experiencia de esa brisa marina cargada de salitre en la cara, la velocidad, la emoción de buscar los bultos en el agua, la incertidumbre de si se verá algo o no… ¡Por emociones fuertes no será! Hay varias opciones dependiendo del tiempo que queramos invertir, excursiones de dos horas, de entre dos y tres horas y de cinco horas.

Puerto de la Cruz (Tenerife).

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DIVERSIÓN EN EL AGUA

Desde charcas naturales hasta piscinas de agua salada y parques acuáticos difíciles de olvidar, las opciones para divertirse dándose un chapuzón en Tenerife son muy variadas.

En el Puerto de la Cruz, en el norte de la isla, está el Lago Martíanez, un complejo de ocio que incluye las icónicas piscinas diseñadas por César Manrique y que son Bien de Interés Cultural desde 1995. El complejo alberga varias piscinas de distintos tamaños, rodeadas de vegetación tropical, además de diversas esculturas, todas ellas diseñadas por el artista lanzaroteño, algunas de las cuales dan para muchos momentos de juego con los niños. Asimismo, en los días más fríos una de las piscinas está climatizada, así que no hay excusa para visitarlo en cualquier época del año. El precio es de 5,50€ para adultos y 2,50€ para niños menores de 10 años.

El Siam Park tiene fama de ser uno de los parques acuáticos más espectaculares del mundo. Y es difícil sentirse defraudado tras visitarlo. La cantidad de atracciones para todos los gustos –tanto para ir en familia, como para relajarse o para lo contrario– hace que una jornada se quede corta. El Palacio de las Olas ostenta el título de albergar las olas artificiales más altas del mundo, con olas de hasta tres metros en esta piscina de más de 13.000 metros cuadrados.

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Toboganes acuáticos de embudo que dejan sin aliento, quizás doscientos metros muy largos si te tienes que lanzar por acompañar a un niño y no por voluntad propia… y además sabes que acaban con un tornado. Abre todos los días del año, de 10:00 a 17:00h en invierno y una hora más en verano. El precio de las entradas varían dependiendo de la edad. Hasta los dos años es gratuita, entre 2 y 11 años cuesta 30€ y a partir de 11 años el precio es de 42€.

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Otro plan acuático que nos permite disfrutar de la naturaleza volcánica tinerfeña real es visitar alguno de los muchos charcos y piscinas naturales esparcidos por todo el litoral. No hay niño que se resista a escalar esa roca volcánica para zambullirse en las aguas cristalinas atlánticas, unos con más temeridad que otros. Desde el charco de La Laja en San Juan de la Rambla, o el tan popular charco del Viento, en La Guancha, así como El Caletón, las piscinas naturales de Garachico, una de las villas más preciosas de la isla, o las de Bajamar, las opciones son muy variadas.

Merece la pena llevar accesorios para el buceo, ya que algunos de estos charcos brindan oportunidades de disfrutar de la belleza de sus fondos marinos. Y también, si los niños están receptivos, iniciar esa necesaria conversación sobre la fragilidad de los ecosistemas marinos.

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