Ibi (Alicante), la villa donde siempre seremos niños

Ibi ofrece juguetes, videojuegos, helados y alocadas fiestas para conectar con el niño que llevamos dentro.
Ibi Museo Arcade Vintage
Museo Arcade Vintage

Conforme avanza la vida, el ser humano tiende a volver la vista atrás y recordar los viejos tiempos con una profunda añoranza y buenas dosis de melancolía. En el fondo, como le ocurría a Peter Pan y sus Niños Perdidos: a todos nos gustaría ser niños por siempre jamás. Esa inocencia. Esa pasión por las cosas nuevas. Esa ansia de aventura. Todo va quedando enterrado, en la mayoría de los casos, bajo grises capas de responsabilidades, problemas, desencantos y un desvanecimiento paulatino de la imaginación.

Por eso se agradece que haya lugares como Ibi (Alicante), una villa donde esa luz de la niñez brilla con fuerza, ayudándonos a conectar con ella. Y es que, es complicado no sentir eso en una población que recibe dos sobrenombres tan expresivos como ‘Ciudad del Juguete’ y ‘Cuna del Helado’.

Helados y juguetes. ¿Cómo no recordar nuestros años de juegos, travesuras y aventuras sin fin? Ese es el poder que tiene Ibi. Aunque no el único.

Els Enfarinats, Ibi.David Ramos / Getty

UNA CIUDAD QUE DA PISTAS NADA MÁS LLEGAR

No hace falta investigar mucho para darnos cuenta de que Ibi es una ciudad entregada al juguete. Si llegamos en coche a esta localidad de la comarca de L’Alcoià tan sólo tendremos que fijarnos en sus rotondas.

En una de ellas encontraremos un monumento dedicado a los Reyes Magos; en otra hallaremos a los Paqueteros Reales, esos seres que ayudan a Sus Majestades de Oriente en el reparto de regalos; mientras que también veremos una reproducción de un avión de juguete que rinde homenaje a la famosa fábrica Rico S.A., juguetera ibense que se vio obligada a cerrar sus puertas en 1984.

Y después están los parques tematizados. En algunos de ellos encontraremos a personajes relacionados con la infancia de distintas generaciones. Es el caso del conjunto de columpios en los que aparece Fofó, el inolvidable payaso de la tele; el parque Pocoyó y el del barco pirata.

LA CIUDAD DEL JUGUETE

La tradición juguetera de Ibi comenzó a principios del siglo XX. Por aquel entonces, la vida en el pueblo –que apenas contaba con unos 3.500 habitantes, por los más de 23.000 de hoy en día– era muy complicada. Casi todo el mundo intentaba dedicarse a la agricultura, pero no era el lugar más propicio para hacerlo y la emigración comenzó a causar estragos.

Parque de Fofó, Ibi.Turismo de Ibi

En 1905, los hermanos Vicente, Pascual y Emilio Payá decidieron dar un giro a la empresa familiar que les había legado su padre. Hasta ese momento, la empresa Payá Hermanos S.A. fabricaba distintos objetos de hojalata, pero comenzaron a centrarse en la manufactura de juguetes elaborados con ese material. El resultado fue la primera empresa juguetera de España.

Nadie olvida que Hermanos Payá creó, por ejemplo, la primera locomotora eléctrica de juguete de nuestro país. Payá ocasionó un efecto dominó en las empresas de la zona, y fue así como Ibi se convirtió en la Ciudad del Juguete. En pocos años nacieron compañías tan conocidas como Juguetes Feber, Rico o Reig.

De sus fábricas salían coches teledirigidos, aviones de hojalata, muñecas, cocinitas y mucho más. Los Reyes Magos acudían cada mes de enero a la ciudad para hacer acopio de mercancías. La emergente industria juguetera dio lugar a miles de nuevos puestos de trabajo y el flujo migratorio se invirtió.

El paso del tiempo y el aumento de la competencia exterior trajeron consigo una decaída de la producción y las ventas de juguetes en Ibi. Durante la época dorada, llegaron a existir más de 70 jugueteras. La mayoría han cerrado –como la de los hermanos Payá, que quebró en 1984–, pero aún quedan otras –como Guisval y Moltó– que siguen creando ilusión para los niños.

MUSEOS EN LOS QUE JUGAR COMO NIÑOS

La antigua fábrica de los Hermanos Payá ahora posee el honor de albergar el Museo Valenciano del Juguete. Este fantástico museo exhibe más de 400 juguetes –fabricados tanto en Ibi como en otros lugares de España y el mundo– que nos guían en un viaje a través de la imaginación y la fantasía de los niños desde principios del siglo XX hasta los años 80. En sus estanterías y vitrinas encontramos aviones, barcos, trenes, caballitos, balancines y otros juguetes elaborados con distintos materiales.

Museo del Juguete de Ibi.Elias Segui Miro / Comunitat Valenciana

Pero no es este el único museo que nos hará sentir como niños en Ibi. El Museo Arcade Vintage se presenta como “el primer gran Museo del Videojuego de España”. Apoyando su rotunda afirmación con el dato de que posee más de 300 equipos informáticos que nos muestran la historia de los videojuegos en nuestro país desde los años 60 hasta la actualidad.

Y lo mejor es que no se trata de un museo en el que tan sólo entramos y admiramos las máquinas recreativas, consolas y demás, sino que además podemos jugar con ellas.

Así, no necesitaremos echar una moneda para disfrutar jugando a pinballs o míticas máquinas arcade como Space Invaders, Pac-Man, Donkey Kong, After Burner, Arkanoid, Tetris o Virtua Racing. Además, el museo organiza talleres, charlas, torneos, exposiciones temporales y promueve la ayuda a nuevos creadores de videojuegos.

HELADOS IBENSES

Y por si ser la ciudad española de los juguetes no fuera suficiente, Ibi decidió que también se dedicaría a destacar en la elaboración de helados. Cuando éramos pequeños, si nos daban un helado y un juguete poco más necesitábamos para ser felices.

Para buscar el origen de la industria heladera de Ibi, tenemos que recorrer su bello entorno natural para hallar los antiguos pozos donde se almacenaba una nieve que aguantaba más allá de la temporada invernal. Uno de ellos es el ‘Pou del Barber’ (Pozo del Barbero), que data del siglo XVIII y fue restaurado en el siglo XX.

La Ibense produce más de 55 millones de litros de helado cada año.La Ibense

Después del invierno, esa nieve se seguía utilizando para enfriar alimentos, pero también para elaborar helados y sorbetes. Casi a la par de la industria juguetera se desarrolló la heladera. Los artesanos heladeros –‘geladors’, como se les llamó en valenciano– comenzaron a ganar renombre, no sólo en Ibi y la provincia alicantina, sino en toda España.

Aprovechando el éxito, muchos de ellos comenzaron a expandirse por el país y esa es la razón por la que, hoy en día, no son pocas las ciudades españolas en las que podemos ver negocios heladeros que muestran un cartel que reza ‘La Ibense’. La heladera sigue siendo una industria potente en la localidad, produciéndose más de 55 millones de litros de helado cada año, la mayor parte de ellos comercializados bajo la marca de Helados Alacant.

Y, POR SUPUESTO, FIESTAS

Y si el helado y los juguetes no han sido suficientes para despertar nuestro niño interior, seguro que lo conseguiremos disfrutando de las fiestas de Ibi. Aquí saben bien cómo divertirse, teniendo distintas celebraciones importantes a lo largo del año.

Si en enero la Cabalgata de Reyes Magos es algo realmente especial –como no podía ser de otra manera en la Ciudad del Juguete–, en febrero llega la Fiesta de los Heladeros, que anticipa el inicio de la campaña del helado (que comienza en el mes de marzo). Durante esos días se organizan distintas actividades para los más pequeños de la casa y, por supuesto, se reparte helado entre vecinos y visitantes.

En septiembre se honra a la patrona de Ibi, la Madre de Dios de los Desamparados, con unas grandes fiestas de Moros y Cristianos, tan típicas en la provincia alicantina. Sin embargo, la celebración más peculiar de Ibi tiene lugar casi a final de año. Se trata de la ‘Festa dels Enfarinats’.

Festa dels Enfarinats, Ibi.GMS_Photostock / Alamy Stock Photo

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A eso de las 9 de la mañana del 28 de diciembre, dos bandos se enfrentan en una divertida batalla por tomar el control del gobierno de la localidad. Por un lado, están los ‘Enfarinats’ que poseen el poder, y por el otro, la Oposición, quienes, obviamente, no están de acuerdo con las políticas de los ‘Enfarinats’ y quieren arrebatarles el control.

Tras intercambiar pareceres de manera algo exaltada, comienzan a tirarse harina y huevos unos a otros, creando un ambiente festivo e irrisorio sin igual. Finalmente, todo acaba con un gran baile. Y es que, en Ibi (Alicante), todas las batallas no son más que chiquilladas, como siempre han hecho los niños.

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