¿Planeas una escapada a Asturias con niños? Los bosques del norte de España, poblados con árboles autóctonos de hoja caduca como los robles y castaños, son ideales para disfrutar de la caída de las hojas con los más pequeños. En realidad, el norte peninsular es un enclave privilegiado y cualquier época es buena para visitarlo. Los meses fríos ya no son lo que eran y las temperaturas rara vez impiden llevar a cabo planes para disfrutar de la naturaleza, tanto en el interior como en la costa. Eso sí, teniendo muy en cuenta ese dicho popular de que no hay mal tiempo, solo ropa inadecuada.
PLANES DE INTERIOR
El espectacular Parque Natural de Redes alberga la ruta de los Cabornos, un paseo de apenas una hora (1,7 km) de duración que atraviesa uno de los sotos de castaños centenarios más hermosos del Principado. Este recorrido, que parte del pueblo de Campiellos, es apto para todos los públicos. El camino se estrecha por momentos pero no tiene dificultad y en los tramos en los que hay desnivel pueden ir dos personas en tándem si hay que tender la mano a los niños.
La ruta ofrece múltiples opciones para la aventura: desde explorar las corripas (cercados de piedra donde se guardaban las castañas, erizo incluido), hasta dejar volar la imaginación en los cabornos (troncos viejos y huecos de castaño) y simplemente disfrutar de la frondosidad y la calma de este paraje.
La ruta del Alba, probablemente la más conocida del Parque Natural de Redes, parte del pueblo de Soto de Agues, en Sobrescobio. Las cascadas y desfiladeros conviven con hayas, robles, avellanos, sauces, tejos, tilos y acebos entre otros. Juntos forman parte de la preciosa paleta de colores del bosque y la recolección de sus hojas, tan diferentes, es una actividad otoñal con la que se puede tener entretenidos a los niños durante todo el recorrido.
Aunque se prolonga durante algo más de 12 kilómetros (ida y vuelta) y por tanto no es recomendada para niños pequeños, la senda está pavimentada hasta el área recreativa La Vega (a apenas 4 kilómetros de la salida), por lo que es posible completarla parcialmente con carritos de bebé.
En la zona más occidental de la región está la ruta de los Ferreiros, que parte de Taramundi, cuna del turismo rural asturiano y uno de los pocos lugares del norte de España donde aún se encuentran artesanos de la forja de hierro. Algunos de los elementos naturales, el fuego y el agua, son los protagonistas de los ingenios hidráulicos que en otro tiempo trajeron la prosperidad a estas tierras en forma de molinos, ferrerías y fraguas y que sin duda fascinarán a los más pequeños.
Merece la pena reservar un rato para explorar a fondo el museo de los molinos de Mazanovo. La ruta completa son ocho kilómetros aproximadamente y se puede hacer con carritos de bebé y en bici, aunque hay cuestas bien pronunciadas que requieren fuerza. La edad ideal recomendada es para niños a partir de cinco años.
El Parque de la Prehistoria, situado entre el Parque Natural de Somiedo y el de las Ubiñas-La Mesa, en Teverga, ofrece una oportunidad para descubrir cómo era la vida y el arte del Paleolítico Superior en Europa. Además de estar en plena naturaleza, en un entorno verde precioso –la Senda del Oso cuenta con acceso directo desde el Parque–, ofrecen muchos talleres didácticos –en temporada baja solo fines de semana y festivos–, desde crear una postal invernal de la era glacial hasta elaborar una vela navideña. Los talleres cambian de temática según la época del año y suelen estar dirigidos a niños a partir de cuatro años. El mes de enero el Parque permanece cerrado.
La Cascada del Chorrón, en el concejo de Piloña, es la protagonista de una ruta circular de apenas cinco kilómetros que parte de Villamayor. El recorrido es sencillo –la pista es principalmente de hormigón y no presenta dificultad– y además de la espectacular cascada hay un área recreativa con columpios un poco antes de llegar y con espacio para hacer picnics, incluyendo varias mesas, una parada ideal para reponer fuerzas antes de llegar a la cascada.
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En el concejo de Llanes, partiendo de La Venta los Pobres, está el Camín Encantáu. Esta ruta circular de baja dificultad permitirá a adultos y niños ir descubriendo a distintos personajes de la mitología asturiana. Esculpidos en madera, desde el Nuberu hasta los trasgos entre muchos otros van apareciendo en distintos puntos del camino que atraviesa el valle de Ardisana, despertando la curiosidad de los niños y alimentando su imaginación. La ruta completa son nueve kilómetros, pero se puede acortar el recorrido y completar alguno de los tramos, como el que transcurre entre las aldeas de Ardisana y Riucaliente.
PLANES DE COSTA PARA DISFRUTAR DE ASTURIAS CON NIÑOS
El Museo del Jurásico, situado en el oriente de Asturias, en Colunga, es una de las excursiones que nunca falla, especialmente para esa fase de obsesión por los dinosaurios que suele atravesar todas las infancias. Además de una zona exterior de juegos, el museo cuenta con más de veinte réplicas de dinosaurio a tamaño natural, una estampa que pervive en la memoria durante mucho tiempo.
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Pero además del museo, también se puede visitar la conocida como Costa de los Dinosaurios, que se estrecha entre Gijón y Ribadesella. Algunos de los platos fuertes de la misma son el Faro de Tazones, donde hay yacimientos en los que se pueden ver icnitas de dinosaurios impresionantes, y también los acantilados de Tereñes, en Ribadesella. En ambos casos hay paneles informativos que permiten localizar las huellas fácilmente. Antes de cualquier visita hay que tener en cuenta la previsión meteorológica y los horarios de las mareas para evitar accidentes.
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La naturaleza tiene gran capacidad de sorprender y los bufones de Pría son uno de esos espectáculos naturales que cuesta creerse. Situados en Llanes, en la frontera donde los acantilados se funden con el Cantábrico, los bufones son una especie de chimeneas que comunican el mar con la tierra firme y que, cuando se dan las condiciones adecuadas –mucho oleaje y marea alta– escupen chorros de agua a mucha presión y a gran altura, como si de un géiser se tratase.
LAS CUEVAS, CULTURA E HISTORIA
Las visitas a cuevas, siempre tan intrigantes, están a menudo entre las favoritas de los más pequeños. La cueva de Tito Bustillo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2008, es una de las más populares del Principado, y por ello, conviene reservar con antelación ya que solo pueden visitarla 150 personas al día. La temporada de visitas suele ser de marzo a octubre.
La cueva de Pindal, igualmente declarada Patrimonio de la Humanidad en 2008, se puede visitar durante todo el año, pero es imprescindible reservar previamente. Las representaciones de mamuts, bisontes, caballos y ciervos entre otros se pueden admirar durante la visita guiada, que permite recorrer la mitad de la galería de 600 metros aproximadamente. Ambas tienen restringido el acceso infantil, la edad mínima son siete años.
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