Chapada Diamantina, un inmenso bosque enigmático en Brasil

Descubrimos, entre el recuerdo de los buscadores de diamantes, uno de los mejores parques nacionales de Brasil para vivir aventuras en la naturaleza.
Chapada Diamantina Brasil
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En el brasileño estado de Bahía, situado en el noreste del país, el Parque Nacional de la Chapada Diamantina se ha ganado, por derecho propio, ser reconocido como uno de los mejores lugares de Brasil para disfrutar de la naturaleza y las actividades al aire libre.

Entre sus más de 1.500 kilómetros cuadrados de tierras protegidas se hallan montañas con forma de mesa, valles tapizados por inmensas masas forestales, más de un centenar de cascadas, ríos, pozas de agua, lagos subterráneos, un sinfín de cuevas y una flora y fauna que atesoran decenas de especies endémicas.

Un lugar en el que conectar con la naturaleza, pero en el que también se pueden escuchar los ecos de la historia de la ambición humana y sumergirse en la cultura local.

Este bosque enigmático de Brasil guarda muchos secretos apenas conocidos por el turismo de masas.

Catarata en Chapada Diamantina.

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LA FIEBRE DE LOS DIAMANTES

La Chapada Diamantina fue protegida por la figura del parque nacional en 1985, pero su historia es mucho más dilatada. Hay que retroceder casi dos siglos para buscar el origen de su atractivo nombre.

A mediados del siglo XIX, ya con la mayoría de las minas de oro de la región agotadas, los buscadores de fortuna se enteraron de que era bastante probable encontrar diamantes en los lechos de los ríos que recorrían la Chapada Diamantina.

Atraídos por la codicia, la ambición y la promesa de riquezas, buscavidas de todo el país comenzaron a llegar a este rincón de bosques impenetrables y prácticamente inexplorados.

Las poblaciones de Mucugê, Andaraí y Lençois se convirtieron en el hogar de los buscadores y, durante unas cinco décadas rebosaron de vida. No de su mejor variante, pero vida, al fin y al cabo.

Una de las pozas del parque nacional.

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Casi cien años más tarde, al principio de los 80 del pasado siglo, la zona fue invadida por una nueva oleada de empresas mineras que usaban grandes bombas motorizadas para drenar los lechos y canales de los ríos.

Afortunadamente, las autoridades cerraron estas minas en 1996. Desde entonces, el ecoturismo ha ido abriéndose paso, de manera realmente exitosa, en la Chapada Diamantina.

Aún quedan algunos aventureros y románticos buscadores de tesoros que se internan, en solitario, en las profundidades de la jungla esperando encontrar diamantes utilizando los métodos arcaicos, pero son poco más que un eco del pasado.

LENÇOIS, PUERTA DE ENTRADA A LA CHAPADA DIAMANTINA

De los tres poblados mineros, fue Lençois el que más se desarrolló. Incluso llegó a establecerse un viceconsulado francés en la ciudad. Sin embargo, con la marcha de los garimpeiros –vocablo portugués con el que se denomina a los buscadores ilegales de piedras preciosas en lugares remotos– al finalizar el boom de los diamantes, Lençois cayó en un letargo del que le costaría despertar. Lo hizo cuando el turismo de naturaleza comenzó a convertirse en el motor económico de la zona.

Lençois.

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Hoy en día, Lençois es una pequeña y bella población cosmopolita. A sus calles empedradas se asoman coloridas casas de una sola planta. Muchas de esas antiguas construcciones albergan restaurantes de todo tipo, bares, cafeterías, hostales, pousadas, heladerías y, por supuesto, decenas de agencias de turismo. En todos esos locales se escuchan varias lenguas diferentes.

A Lençois no solo llegan intrépidos viajeros buscando actividades de aventura en la naturaleza, sino que varias decenas de extranjeros quedaron tan prendados del lugar que decidieron establecerse en esa pequeña comunidad. Y no es para menos. A las temperaturas agradables durante casi todo el año hay que añadir un gran ambiente bohemio y un entorno natural envidiable.

UN JARDÍN DEL EDÉN PARA LOS AMANTES DEL SENDERISMO

La mayoría de los viajeros que llegan a Lençois y a las otras poblaciones de la Chapada Diamantina –como Vale do Capão, un lugar donde se ha desarrollado una cultura ecológica alternativa y en la que habitan numerosos chamanes, artistas, masajistas terapéuticos y naturalistas– lo hacen buscando aventuras en la naturaleza. Y las encuentran sin ninguna dificultad.

Ruta entre cañones.

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Muchos de los antiguos habitantes de la Chapada Diamantina se han convertido en guías turísticos. Ellos, que han jugado en esos bosques y montañas desde niños, conocen la región mejor que nadie y son capaces de, además de evitar desgracias y extravíos, enriquecer la experiencia de los aventureros.

La actividad más demanda es el senderismo. En la Chapada Diamantina se pueden realizar excursiones a pie de todas las duraciones y tipos posibles.

Los cerca de 300 kilómetros de senderos de la Chapada Diamantina –la gran mayoría de ellos creados por los antiguos buscadores de diamantes– apenas están señalizados y, salvo que sea un paseo corto o tengamos una experiencia contrastada en orientación y un aparato de GPS fiable –y con suficiente batería–, lo más aconsejable es contratar los servicios de un guía experimentado. Además, así ayudaremos a la comunidad local y también podremos aprender mucho más sobre el lugar.

Una de las rutas de trekking más bellas es la que lleva de Vale do Capão a la cascada –o cachoeira, en portugués– de Fumaça. Aquí, el agua salta al vacío desde lo alto de un acantilado de 420 metros de altura. Es la segunda cascada más alta de Brasil.

Cascada de Fumaça.

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Desde Lençois, hay otra ruta senderista sencilla que lleva a la bella cascada de Sossego. Esta caída es mucho menos espectacular, pero el entorno natural es impactante y el agua alimenta una poza donde podemos darnos un baño realmente inolvidable.

Y no podemos dejar de hablar del trekking del Vale do Pati, considerado como uno de los mejores de Brasil y comparado, a menudo, con el Camino Inca peruano. Esta ruta nos lleva, durante varios días, a atravesar la jungla, pasar por pequeñas comunidades locales –en algunas de las cuales nos ofrecerán alojamiento rústico–, vadear ríos e internarnos por cañones cubiertos de vegetación y salpicados de cascadas. Una mayúscula aventura solo apta para los más resistentes e intrépidos.

OTRAS ACTIVIDADES EN LA CHAPADA DIAMANTINA

Aunque el trekking y la vida bohemia en la naturaleza son los principales reclamos que atraen a los viajeros a la Chapada Diamantina, no son los únicos.

Por algunos de los mismos senderos utilizados para las caminatas, también se realizan excitantes aventuras en bicicletas de montaña –aunque se requiere un nivel técnico bastante alto– y paseos a caballo.

Vale do Pati.

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Admirar toda la vasta belleza natural desde los cielos es otra de las cosas que se puede hacer en la Chapada Diamantina, ya que se organizan vuelos en parapente y actividades que implican caída libre.

Los escaladores encuentran un paraíso en las imponentes paredes de roca arenisca que se erigen en diversos puntos del parque nacional. Y es que, no hay que olvidar que aquí se encuentra el Pico do Barbado, que posee, con sus 2.033 msnm, el honor de ser la cima más alta del estado de Bahía. Esas mismas paredes también son utilizadas para actividades de tirolina y rapel.

Más atrevidos aún son los espeleólogos y buceadores que se internan en los centenares de cuevas y lagos subterráneos de la Chapada Diamantina. Solo se permite el acceso a algunos de ellos y hay que solicitar permisos, ya que son zonas protegidas.

Poço Azul.

Uno de los más bellos lagos subterráneos es el Poço Azul, y se puede acceder a él de forma sencilla. Sin embargo, tampoco debemos ir muy lejos para bañarnos en pozas naturales, pues en los alrededores de Lençois estas se cuentan por decenas. Acercarse a ellas y pasar una tarde relajada y fresca mientras gozan de unas magníficas vistas de la población, rodeada por la selva, es una de las actividades preferidas de la gente local.

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Ellos han tenido la fortuna de nacer en un Jardín del Edén. Un bosque enigmático que más que diamantes guarda sueños.

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