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Imagina que vas al cine un día cualquiera, y que en toda la película hay, con suerte, dos hombres en un casting repleto de mujeres. Estos dos hombres en ningún momento hablan entre ellos y, si lo hacen, es para discutir acerca de una de las protagonistas femeninas.
Al día siguiente, vuelves al cine y sucede lo mismo. Enciendes la televisión, igual: ni un solo hombre a la vista con arco narrativo propio, ni nada que se le parezca. Solo mujeres actuando y hablando de sus propios dilemas y problemas, mientras a ellos se los podría sustituir por una lámpara. Quizá, por una lámpara bonita: ese es el peso que tienen en la acción.
Si fueras hombre en este mundo que estamos imaginando juntos, seguramente, no volverías a pisar un cine, porque las películas “de mujeres” parecen ser un género en sí mismo que solo les interesa a ellas. Mala suerte, entonces, porque la gran mayoría de los clásicos, así como muchas de las cintas premiadas y de las más populares, estarían protagonizadas por féminas de todas las edades y tamaños. A ellos (siempre jóvenes, con cara y cuerpo de catálogo) se les vería, principalmente, complicándoles la vida a las personajes principales, cuando no simplemente aportando un mensaje de unas pocas líneas que sirva para hacer avanzar la trama.
Pues bien: si cambiamos las tornas, y los transformamos a “ellos” en “ellas” y viceversa, tendremos una clara imagen de lo que sucede muchas veces en el mundo del cine. Tanto es así que ya en 1985 la dibujante de cómics Allison Bechdel puso el acento sobre el tema en el cómic The Rule, perteneciente a la serie Dykes to watch out for, que en español se puede leer en el volumen Lo indispensable de unas lesbianas de cuidado (Reservoir, 2014).
En el volumen, considerado como una de las 25 obras más influyentes de la literatura queer de posguerra según The New York Times, una amiga de la protagonista le explica que solo ve películas que cumplan con tres reglas: que aparezcan, al menos, dos personajes femeninos con nombre propio; que estos hablen entre ellos en algún momento y que su conversación no gire en torno a un hombre (no solo un galán; tampoco a un padre, un jefe, un villano…).
¿ES ‘SUFICIENTE’ EL TEST DE BECHDEL?
Durante la cuarta ola feminista, se ha empezado a popularizar este concepto con el nombre de test de Bechdel, que se le ha aplicado a numerosos productos de ficción de los últimos años. Afortunadamente, eso sí, cada vez son más las películas actuales que lo superan, creando un tejido de ficción en el que niñas y mujeres pueden verse más y más representadas. Porque el examen no mide lo feminista que sea una película, solo la participación de las mujeres y la relación de sus arcos narrativos con respecto a los personajes masculinos.
De hecho, en la actualidad hay muchas voces que consideran esta prueba insuficiente para el estado de las cosas en el mundo actual. Que sea superado, por ejemplo, no quiere decir que la película incluya, por ejemplo, historias de mujeres hablando de lo que supone ser mujer, o personajes femeninos bien dibujados -y que no se queden tan solo en un complemento de los masculinos-.
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Son notables, asimismo, las controversias que causan los remakes de ciertas películas protagonizadas casi al completo por hombres, como Cazafantasmas, cuando se anuncia que sus personajes masculinos serán sustituidos por femeninos -aunque el hecho en sí no cambie demasiado la historia original, más allá de que la película se ejecute con mayor o menor acierto-.
La ficticia sustitución de un hombre por una lámpara que mencionábamos antes, por otro lado, no es casual: existe el test de la lámpara sexy, ideado por la guionista Kelly Sue DeConnick: “Si puedes sustituir un personaje femenino por una lámpara sexy y aun así la película funciona, lo siento, pero no has superado el test”.
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De hecho, se puede ir mucho más allá: “En 2017, la web FiveThirtyEight lanzaba una campaña para dar con una versión renovada del test en la que invitaron a una docena de mujeres con la misión de idear maneras de calcular la falta de representación racial y de género en el mundo del cine. Lena Waithe, guionista ganadora de un premio Emmy, sugirió que se incluyera en las películas un personaje femenino de raza negra que estuviera en situación de poder y tuviera una relación sana con su pareja. La actriz Rory Uphold, por su parte, planteó que los sets de rodaje estuvieran formados por mujeres al menos en un 50%. Y la guionista Noga Landau pidió que la protagonista femenina no acabe muriendo, embarazada o complicando el arco narrativo del protagonista masculino. Ni qué decir tiene que, cuando se sometió a las 50 películas más taquilleras de 2016 a los nuevos parámetros propuestos, los resultados fueron desoladores”, escribe Radhika Seth en Vogue.
¿HAY CADA VEZ MÁS PELÍCULAS QUE PASAN EL TEST DE BECHDEL?
Teniendo en cuenta los avances de la agenda feminista, sería de esperar que cada vez más films pasaran este test. Y así es: según un reciente trabajo publicado en Medium, desde la década de 1970 hasta la actualidad, el porcentaje de películas que pasan la prueba de Bechdel ha seguido aumentando, alcanzando aproximadamente el 70% hoy en día desde el 50% de los años 30 (una cantidad que, incluso, llegó a bajar entre los 60 y los 70). Y hay más buenas noticias: “El porcentaje de películas en las que la única conversación entre personajes femeninos gira en torno a los hombres también disminuyó entre 1930 y 2010", apunta su autora, Erika N.
Curiosamente, sin embargo, el número de películas en las que no hay personajes femeninos o estos no se hablan entre ellas ha cambiado muy poco desde la década de 1930 hasta la de 2010: entonces, era del 10% y del 20% respectivamente, mientras que en la época más reciente es del 7% y el 22%. Y eso teniendo en cuenta que las mujeres conforman la mitad de la población mundial.
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Por último, de las casi 4.500 películas analizadas estrenadas entre de 2000 y 2020, el género con mayor porcentaje de películas que superan el test de Bechdel es el romántico (72%), seguido del musical, las películas de terror y las familiares. El western es el género que más problemas tiene para superar la prueba (solo lo pasan el 22% de sus cintas de las últimas dos décadas), seguido de las películas sobre guerra, historia, acción, crímenes y aventuras.
Quizá se puede pensar que ello tiene que ver con la propia idiosincrasia de las historias que se cuentan en estas últimas, pero es cierto, sin embargo, que géneros que podrían ser considerados tradicionalmente masculinos (terror, aventuras, ciencia ficción, fantasía) han aumentado constantemente el porcentaje de películas que superan el test de Bechdel. Es interesante en este sentido comprobar que algunas cintas recientes de enorme popularidad, como Piratas del Caribe o, incluso, algunas de las entregas de Harry Potter, no pasan el examen.
13 BUENAS PELÍCULAS ACTUALES QUE SÍ SUPERAN EL TEST DE BECHDEL
Pobres criaturas, protagonizada por Emma Stone, Anatomía de una caída, también protagonizada por una mujer (Sandra Hüller) y, obviamente, Barbie, cuyo cast es casi completamente femenino, son algunas de las cintas nominadas a los Oscar 2024 cuya representación femenina está avalada por Bechdel.
La primera cuenta la historia de Bella Baxter, una joven revivida por el brillante y poco ortodoxo científico Dr. Godwin Baxter que se vuelve firme en su propósito de defender la igualdad y la liberación. La segunda es un thriller que gira en torno a la muerte del marido de la protagonista, una escritora alemana. La tercera -como si fuera posible no saberlo, a estas alturas- comienza cuando Barbie se empieza a hacer preguntas ‘incómodas’ para Barbieland, por lo que decide viajar hasta el mundo real.
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Más allá de estas joyitas, encontramos La zona de interés, un relato atípico sobre la banalidad del mal en Auschwitz; Maestro, una oda al icónico músico Leonard Bernstein; Vidas pasadas, el relato sobre el reencuentro de dos amigos de la infancia o Los que se quedan, un drama humanista de Alexander Payne.
Almas en pena de Inisherin, protagonizada por el actor del momento, el irlandés Barry Keoghan, también cumple con la prueba. Ambientada en una isla remota frente a la costa oeste de Irlanda en 1923, narra la historia de dos amigos de toda la vida, que se encuentran en un callejón sin salida cuando uno de ellos pone fin a su amistad de un modo abrupto. El film que ha lanzado a Keoghan al estrellato, Saltburn, ambientada en la extensa finca de una excéntrica familia aristocrática, también entraría en esta lista.
Lo hacen asimismo Todo a la vez en todas partes, con su imprevista mezcla de ciencia ficción, héroes, multiverso, kung-fu (y predominio de actores no blancos, otra conquista para la igualdad); Los Fabelman, película semiautobiográfica sobre la propia infancia y juventud de su director, Steven Spielberg; Tár, con Cate Blanchett a la cabeza convertida en una directora de orquesta y la sorprendente El triángulo de la tristeza, cuya acción transcurre durante las vacaciones de una pareja de influencers.
Si quieres conocer qué otras películas superan el test, además de su puntuación en categorías como la representación de la raza o del colectivo LGTBQ+, puedes usar webs como Mediaversity (en inglés), que mide todo tipo de productos audiovisuales basándose en su grado de diversidad.
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