48 horas en Glasgow

Música, arte urbano y una vibrante cultura en una de las urbes más camaleónicas del Reino Unido.
Mural St Mungo's Miracle Glasgow Escocia
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La gran mayoría de los viajeros que han pasado 48 horas en Glasgow afirman experimentar dos sensaciones inequívocas: abrumadora sorpresa y no sentirse saciados.

Glasgow, lo quiera o no, siempre ha vivido a la sombra de su hermana menor: Edimburgo. Mientras la segunda es admirada por su encanto medieval, su castillo, sus refinados restaurantes, sus festivales culturales e incluso por ser el hogar de escritores de la talla de Sir Walter Scott o J.K. Rowling, la segunda ha tenido fama de pendenciera, gris, rebelde y escasamente interesante.

Aunque es cierto que esa injusta visión ha ido cambiando durante la última década, la ciudad más poblada de Escocia aún sigue siendo un diamante en bruto por descubrir. Aquellos que deciden apostar por ella acaban llevándose una gran recompensa en su imaginaria mochila viajera.

Eslogan en George Square.

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Porque sí, Glasgow sigue siendo algo rebelde y pendenciera, pero también moderna, vibrante, culturalmente excitante y, sobre todo, real, sin importarle toda la parafernalia pomposa que tanto exhibe Edimburgo. Aunque lo ideal es pasar tres o cuatro días en ella, aquí te presentamos un buen recorrido para exprimir al máximo Glasgow en 48 horas.

DÍA 1: MAÑANA

La primera mañana en esta maravillosa urbe situada a orillas del río Clyde la podemos utilizar para realizar una primera toma de contacto a pie. Para ello, partimos de la icónica George Square, edificada en 1781 como tributo al rey Jorge III, aunque en ella se encuentran estatuas dedicadas a otras personalidades históricas británicas, como James Watt –ingeniero e inventor escocés cuyo trabajo resultó clave en la primera revolución industrial– o el escritor Sir Walter Scott.

La plaza está presidida por el imponente edificio que alberga las oficinas principales de los organismos públicos de la ciudad.

Callejeando hacia el este, encontraremos algunos de los principales hoteles de Glasgow y calles repletas de comercios y oficinas, algunas de las cuales se alojan en bellos edificios del siglo XIX y principios del XX.

Estatua de James Watt, en George Square.

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Luego, subimos por High Street hacia la catedral de Glasgow. Conocida también con el nombre de catedral de San Mungo, comenzó a construirse en 1136, en estilo gótico. El templo tuvo la fortuna de ser una de las dos únicas catedrales medievales escocesas que quedaron en pie tras el triunfo del protestantismo en las islas británicas.

Su interior, como no podía ser de otra manera, insta al recogimiento y la relajación. Pero ese sentimiento se agudizará aún más cuando sigamos ascendiendo la colina para visitar la Necrópolis de Glasgow.

Esa magnífica última morada de corte victoriano comenzó a convertirse en una necrópolis digna de admiración a partir de 1832. Antes había sido uno de los parques más visitados por la gente local. Hoy en día, puedes pasear entre más de 3.500 trabajadas y dispares lápidas y mausoleos, mientras disfrutas de una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad.

Para sacudirnos un poco la sensación tétrica de la necrópolis, nada mejor que descender hasta uno de los pulmones verdes de la urbe, Glasgow Green, y aprender sobre la evolución de la ciudad en la muestra, basada en cuadros y fotografías antiguas, que se encuentra en People’s Palace.

Catedral y necrópolis de Glasgow.

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DÍA 1: TARDE Y NOCHE

La primera tarde de estas 48 horas en Glasgow nos va a servir para descubrir el espectacular legado musical que posee esta ciudad.

En el 2008, Glasgow se convirtió en la primera Ciudad de la Música de la Unesco en Gran Bretaña. Tal honor no fue concedido de manera arbitraria, pues en Glasgow nacieron, entre otros, músicos de la talla de Malcolm y Angus Young (AC/DC), Mark Knopfler (Dire Straits), Alex Kapranos (Franz Ferdinand), Francis Healy (Travis), Jim Kerr (Simple Minds) o Stuart Murdoch (Belle and Sebastian).

Esta ciudad escocesa siempre ha estado volcada con la música, sobre todo el rock. Para comprobar esto en primera persona, comenzamos visitando The Old Fruit Market, un antiguo mercado de frutas y verduras del siglo XIX que mantiene su ancestral encanto mientras acoge conciertos variados.

El teatro Britannia Panopticon es, según defienden sus promotores, la sala de espectáculos, en activo, más antigua del mundo. Desde mediados del siglo XIX, sobre su escenario han demostrado su arte distintos bailarines, músicos, comediantes y actores.

Britannia Panopticon.

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Y, por supuesto, no podemos dejar de acercarnos a Barrowland Ballroom, la sala de conciertos con más solera de la ciudad. Su fachada, llamativa e inequívocamente ochentera, lo dice todo. En ella han actuado auténticas leyendas de la música y sigue albergando conciertos de gran calado.

Si preferimos algo más íntimo para tomarnos una pinta de cerveza y escuchar buena música, St Luke’s es una mezcla de antigua iglesia y bar con conciertos cada semana; mientras que el pub King Tut’s Wah Wah Hut, ubicado en la calle St. Vincent, está ligado a los comienzos de bandas como Snow Patrol y Franz Ferdinand.

DIA 2: MAÑANA

Tras sumergirnos en la vibrante escena musical de Glasgow, la segunda mañana la dedicamos a su otra fascinante faceta artística: el street art. Desde 2008, la ciudad ha servido de auténtico lienzo viviente a decenas de artistas urbanos de primer nivel. La mejor manera de apreciar lo mejor de sus trabajos es recorriendo el llamado The Mural Trail o Ruta de los Murales.

Mural de Rogue One en Mitchell Street.

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Es prácticamente imposible verlos todos en una sola mañana, pero en un buen recorrido de tres horas puedes admirar perlas como Las marionetas de hip-hop, obra de Rogue One situada en John St.; el espectacular St Mungo, obra de Smug que, para críticos y público general, es el mejor mural de Glasgow; El tigre de Glasgow, de Klingatron, que enseña sus fauces a todo aquel que camina junto a las aguas del río Clyde; Cariño, he encogido a los niños, enorme y original mural de Sam Bates; el mural de Rogue One dedicado al humorista local Billy Connolly y Fellow Glasgow Residents, otra magnífica creación de Smug que da color a unos aparcamientos del centro de la ciudad.

DIA 2: TARDE

Y si el arte se expresa al aire libre en Glasgow, también existen muy buenos museos en los que pasar una desapacible tarde propia del clima británico o, también, aunque el sol nos sonría. Uno de los más interesantes es el Museo y Galería de Arte de Kelvingrove. Este lugar esconde una ecléctica mezcla de estilos e interesantes exhibiciones. Solo así se puede explicar que en su interior podamos admirar cuadros de artistas de la talla de Monet, Rembrandt o Renoir junto a un Spitfire –los famosos cazas utilizados por la RAF en la Segunda Guerra Mundial– que cuelga del techo. También hay esqueletos de dinosaurios, una colección de armas y armaduras antiguas y diversos objetos de la civilización egipcia.

Exposición en el Museo y Galería de Arte de Kelvingrove.

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Junto al museo, el parque Kelvingrove es otro gran espacio verde por el que dar un agradable paseo. Esa caminata puede conducirnos a la Universidad de Glasgow, cuyos imponentes edificios de piedra se levantan sobre una colina desde mediados del siglo XV, convirtiéndola en una de las universidades más antiguas de Europa.

En sus centenarias aulas estudiaron, por ejemplo, el economista Adam Smith o Sir John Boyd Orr, biólogo y político escocés que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1949 por su investigación en el campo de la nutrición y su cooperación con la FAO de Naciones Unidas.

Descendemos de la universidad para visitar el curioso Museo de Riverside, muy entretenido para toda la familia. En él encontramos estupendas colecciones sobre el transporte y la tecnología, contando con antiguos camiones de bomberos, locomotoras, coches de policía, carruajes, motos –incluyendo la BMW con la que el actor escocés Ewan McGregor realizó su gran viaje de Escocia a Sudáfrica, reflejado en el documental (y libro) Long Way Down– y colecciones de coches en miniatura.

Ashton Lane.

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DIA 2: NOCHE

No podemos marcharnos de Glasgow sin experimentar su vibrante y animada vida nocturna. Las calles comerciales de Sauchiehall y Buchanan están plagadas de pubs y suelen estar concurridas, pero la gente local prefiere lugares como Ashton Lane, una calle empedrada del oeste de la ciudad en la que los bares son realmente acogedores y presentan un encanto difícil de pasar por alto. Algunas buenas elecciones en Ashton Lane son Ubiquitous Chip y Jinty McGuinty’s Irish Bar.

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Es el momento de alzar una pinta de cerveza al aire y brindar por nuestro regreso a Glasgow, una ciudad cuya torcida sonrisa canallesca derrite a todo aquel que la contempla.

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